9.15.2008



Quiero que las cosas sean continuas. No amalgamarse igual.
No un hundimiento.
No levitar, tampoco levitar.
Simplemente que la vida se suceda, yendo y viniendo, de hundirse a levitar, de manera que no haya hundimiento de la vida ni levitar de ella para siempre.
Ayer el mundo se coló en mis pulmones de una manera tan profunda que mis ojos se llenaron de lágrimas, de la sal increíblemente viva que surge cuando vemos lo intangible.


Sin permitirse clavar la mirada, ni siquiera hablar, poder hacer rodar una bola que crece del lado interno de la piel hasta tomar un tamaño tan grande que la traspasa y los perfumes deslizándose en forma de letras por las clavículas nos mantienen absolutamente mudos, absolutamente inundados, absortos en el invierno vacío inmiscuyéndose entre los cuerpos, entre la sal.

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